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Surgimiento de 2 lideres: Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Soviética.



En la conducción diplomática destacan personalidades de talla mundial que han sido reconocidas como líderes y lograron convencer al conjunto de las sociedades que se alinearon del lado de la lucha contra el Eje, es decir las “Naciones Unidas”. Son Winston Churchill, como primer ministro  inglés y Franklin Delano Roosevelt como Presidente de los Estados Unidos quienes encabezaban la lista, siendo ellos los responsables de las principales o más definitivas decisiones que se impondrán  no solo en materia militar, sino de manera trascendental, en la política y economía internacionales.


Cada uno de ellos encabezó un grupo o gabinete en condiciones de guerra que a pesar de no tener postura unánime supieron conciliar los intereses que representaban y asumir una postura decidida a la cabeza de sus respectivos gobiernos.


Los dos primeros Aliados que llevaron la conducción de la respuesta bélica a la agresión del Eje fueron, por supuesto, Estados Unidos y gran Bretaña, pero el curso de la guerra no habrá sido tal sin la participación de la Unión Soviética que se integró en condiciones y con antecedentes muy particulares y solamente obligada por recelo por los otros participantes y numerosas ocasiones, de las cuales únicamente en tres participó José Stalin, como dirigente de la URSS, acompañado a los otros dos estadistas.


El 12 de julio de 1941, se produjo un reunión en el Palacio de Saint James en Londres, entre los representantes de la Commonwealth: Gran Bretaña, Canadá, Australia Nueva Zelanda y la Unión Sudafricana con los de los gobiernos en en el exilio de Bélgica, Checoslovaquia, Grecia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Polonia, Yugoslavia y Francia. En la declaración firmaron en esa ocasión se asentaba que “La única base cierta de una paz duradera radica en la cooperación voluntaria de todos los pueblos libres, que en un mundo sin la amenaza de la agresión, puedan disfrutar de seguridad económica y social. Nos proponemos trabajar juntos y con los demás pueblos libres, en la guerra y en la paz, para lograr ese fin.


El orden internacional que se instauró al concluir la Segunda Guerra Mundial, en su concepción y diseño fue dirigido justo de acuerdo con la concepción de la policía estadounidense que se difundió por el “mundo libre” de acuerdo a la naturalez del estadio de desarrollo capitalista de la joven potencia actual, la cual a diferencia de la IGM se decide a asumir y ejercer el poder que había alcanzado desde el inicio del siglo XX pero había sido boicoteado por su propia sociedad civil y política adscrita a una postura “aislacionista”.Tres estructuras principales le brindan la posibilidad de construir las vías, los instrumentos, los principios y las normas para encauzar la política, la economía y la seguridad, y se instaura como potencia hegemónica.
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El orden político se concreta en Dumbarton y obedece al proyecto anglosajón aceptado por la URSS a cambio de ciertas concesiones que le permiten un cierto equilibrio de poder en la Asamblea General.


La concreción del nuevo orden internacional requiere, como es evidente, de la articulación de un régimen político militar, que no quedó en la organización interna sino que, aunque va a tardar un poco más en definirse, reflejo necesariamente la división del mundo en una realidad bipolar, en la que se enfrentaron dos sistemas, cada uno de ellos liderado por una gran potencia: Estados Unidos , en el bloque capitalista, y la URSS en el socialista.

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